Dicen por ahí que el mapa no es el territorio; por lo tanto, cuando encaramos un proyecto nos metemos de lleno, lo interiorizamos, lo vivimos.
Crear nos da aire.
Para vivir intensamente se necesita bastante aire, por lo que tratamos de alimentar la fuente.
Volamos alto.
Lejos, lejos hacia las nubes. Cada tanto hacer estas excursiones nos permite ver una geografía con más amplitud, no focalizada en ningún punto, compleja (pero chiquita).
Nos agarramos fuerte.
Para permitirse volar alto siempre se necesita poder bajar, una referencia, una estructura. Sino, nos podríamos perder en la volatilidad del pensamiento y desconoceríamos la materialidad de la acción.
Compartimos.
Porque en equipo es más pleno, más constructivo, más divertido.
Somos TRAPECIO.